Junto a la iglesia de Ñamarín, la casa comunal se vuelve ese espacio de encuentro entre mujeres; quienes a partir de las 20h00 se juntan para conversar, reflexionar sobre sus derechos, disfrutar de su tiempo de esparcimiento simultáneamente con la realización de su curso de costura.
En el lapso de cinco meses un total de veintidós mujeres y tres hombres han formado parte del proyecto: “Hacia la eliminación de la violencia contra las mujeres en el sector rural y comunidades de equidad”, liderado y ejecutado en distintos territorios azuayos por la dirección de Equidad y Género del Gobierno Provincial del Azuay. Un total de $7.600,00 se invirtieron en la adquisición de máquinas de coser para el desarrollo de los cursos, generándose espacios de aprendizaje en temas técnicos de costura, pero al mismo tiempo el fortalecimiento personal a través del conocimiento de sus derechos. A finales de este mes el curso de capacitación concluirá y un total de 25 beneficiarias/os quedarán con la semilla del aprendizaje e incluso con la posibilidad de la generación de un micro emprendimiento.
María Tocto, profesional de la rama artesanal, llegó al proyecto para aportar con sus conocimientos; de manera desinteresada y loable a sus 21 compañeras y 3 varones en técnicas de costura para elaborar blusas y casacas, primeros trabajos encaminados para la confección. Bajo esa dinámica Richard Guanuchi, de 35 años, con su experticia en máquinas de coser enseña a sus compañeros a familiarizarse con los instrumentos de trabajo.
En lo que corresponde al período 2021-2022 a través de la Dirección de Equidad y Género el Gobierno Provincial del Azuay ha desarrollado diferentes proyectos para beneficio de las poblaciones rurales del Azuay. En este proyecto en específico se han implementado 35 Casas de Equidad como espacios para la generación de conciencia sobre las inequidades del sistema patriarcal a las que enfrentan las mujeres. Bajo esta dinámica en Ñamarín las mujeres también están haciendo uso de este espacio que les permite ser parte de talleres de capacitación y cursos formativos como el de corte y confección que se efectúa en Ñamarín; informó Ximena Bernal, directora de Género del GPA.
La autonomía física está estrechamente ligada con la autonomía económica, fortalece los conocimientos de los derechos de las mujeres y apertura las posibilidades para mejorar sus condiciones laborales. Con 54 años de edad, Tocto, deja de trazar la tiza sobre la tela negra para puntualizar su sueño de crecer profesionalmente con ayudantes en su taller. “Mi sueño siempre ha sido coser, nos estamos integrando y bajo estas vivencias podemos apuntalar hacia un emprendimiento…todo se puede cuando se quiere. Tras vivir en Guayaquil y Cuenca, regresé a mi tierra Ñamarín”, precisó María Tocto.
Doña María, se ha convertido en una mujer empática. Ella recordó que para ingresar a la academia de costura en la ciudad de Guayaquil -cuando aún era joven- no tuvo quien la representara; pero eso no la limitó. Con su amiga, con quien trabajaba como empleada doméstica logró ser representada y así estudió en las noches. “Comunidades de Equidad es un proyecto maravilloso con el que podemos tener más oportunidades. Yo soy de una generación de mujeres que han sufrido la violencia, son tan valiosas las charlas, capacitaciones y acompañamientos psicológicos que recibimos gracias al GPA”.
El restablecimiento de un tejido comunitario y social ha sido parte medular del proyecto Comunidades de Equidad; las casas son esos espacios físicos donde se previene la violencia, se genera rutas de atención, se construyen redes de apoyo para casos de violencia basada en género. Además se desarrollan talleres productivos como: panadería, pastelería, manualidades, corte y confección, música, costura con el propósito de instituir espacios para la recreación; refirió Paulina Toledo, técnica de Equidad y Género del GPA.
Las 35 Casas de Equidad son una estrategia política-comunitaria que fortalece las redes de cuidado desde una perspectiva de género promoviendo acciones para el fortalecimiento del autocuidado y la generación de redes de apoyo.
“Dios quiera que podamos conformar una asociación, en la que podamos fortalecer el emprendimiento del corte y confección. Hasta diciembre me dedicada únicamente a la crianza de animales menores y el cultivo de la tierra, pero ahora sé confeccionar casacas para mis hijos y eso me hace sentir muy contenta.
Con una actividad adicional, no se depende del esposo; en la Casa de Equidad disipamos las penas y aprendemos. Queremos más tiempo de capacitación”, puntualizó Abigail Maldonado.
Estos espacios de tejido social y comunitario no solo acogen a mujeres sino a varones interesados en trabajar en la erradicación de la violencia de género. En el cantón Nabón, en la comunidad de Ñamarín, Neiser Guanuchi de 16 años, Hernán Capelo de 10 años y Richard Guanuchi de 35 años forman parte de la Casa de Equidad. En este espacio hombres y mujeres construyen sueños de una vida sin violencia de género entre telas, tijeras, máquinas y moldes.
“Me gusta este proyecto porque cada día aprendemos cosas nuevas con miras a una oportunidad laboral. Ha sido muy chévere aprender y compartir entre hombres y mujeres; el GPA está impulsando a nuestra comunidad”, especificó Richard Guanuchi.